Se proyectan 23 tormentas con nombre, 11 de las cuales podrían convertirse en huracanes.
La temporada de huracanes del Atlántico se avecina con una advertencia clara: prepárense para una actividad significativa. Según el pronóstico de principios de temporada de la Universidad Estatal de Colorado (CSU), reconocida por sus precisas predicciones, se espera que este año sea nuevamente superior al promedio en términos de actividad ciclónica.
El informe, presentado por el meteorólogo Phil Klotzbach en la Conferencia Nacional sobre Clima Tropical, proyecta 23 tormentas con nombre, 11 de las cuales podrían evolucionar hacia huracanes, de las cuales cinco podrían alcanzar la categoría de huracanes importantes, es decir, de categoría 3 o superior.
Este fenómeno, descrito como “sin precedentes” y “alarmante” por Benjamin Kirtman, profesor de ciencias atmosféricas en la Universidad de Miami, quien habló con The New York Times, está generando inquietud entre la comunidad científica.
Estas cifras son significativamente más altas que los promedios históricos, lo que sugiere una temporada que podría rivalizar con algunas de las más activas registradas, como la temporada del 2020, caracterizada por una cantidad tan abrumadora de tormentas que el Centro Nacional de Huracanes tuvo que recurrir a una lista alternativa de nombres griegos.
Según Miami Herald, la razón detrás de estas proyecciones alarmantes reside en las condiciones del Atlántico, donde las temperaturas superficiales del mar han alcanzado niveles más propios de meses de verano. Brian McNoldy, investigador asociado senior de la Universidad de Miami, señaló al medio que este año ha marcado una pauta muy significativa con temperaturas que se han mantenido por encima de los 20°C, un fenómeno sin precedentes en la historia registrada.
Además, el cambio de los patrones climáticos globales de El Niño a una potencial La Niña podría contribuir aún más a la intensificación de la actividad ciclónica en la región. Aunque El Niño generalmente suprime la formación de tormentas en el Atlántico debido a los patrones de viento desfavorables, la transición hacia una La Niña, que favorece condiciones más propicias para la formación de tormentas, aumenta las probabilidades de una temporada activa.
Los modelos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) respaldan esta evaluación, anticipando que la transición de El Niño a La Niña en el pico de la temporada de huracanes podría exacerbar aún más la actividad ciclónica en el Atlántico.
Una métrica clave utilizada para evaluar la fuerza de la temporada de huracanes es el ACE, o energía ciclónica acumulada. Según el pronóstico de CSU, se espera que el ACE de este año alcance niveles excepcionalmente altos, superando con creces el promedio histórico y acercándose a niveles récord.
A pesar de estas advertencias, Klotzbach advierte que una temporada hiperactiva no garantiza necesariamente un aumento proporcional en las llegadas a tierra de huracanes. Sin embargo, el incremento en la actividad ciclónica aumenta significativamente las probabilidades de que las áreas costeras, como Florida, se vean afectadas por estos fenómenos meteorológicos extremos.