“Acapulco está desolado, una película de terror”, el relato del impacto brutal de Otis

Publicado por admin el 26 de octubre, 2023
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“Acapulco está desolado. Era una película de terror”. Así se refiere entre lágrimas el fotógrafo David Guzmán al otrora paradisíaco balneario del sureño estado mexicano de Guerrero devastado por el paso del huracán Otis que impactó en tierra el miércoles y ha dejado ya 27 muertos y miles de damnificados.

A Guzmán, fotoperiodista y colaborador de la Agencia EFE en Acapulco, esta escena le llegó como a todos los habitantes de este lugar como algo inesperado, pues a pesar de haber visto pasar otros huracanes, dice, nunca había vivido algo así.

“Tengo 33 años viviendo en Acapulco, mi mamá más de 50 estando aquí y jamás se había visto algo tan devastador como este huracán”, comenta por vía telefónica.

Aunque la población local y los miles de turistas que se encontraban en Guerrero estaban advertidos, de la llegada de Otis como huracán, se estimaba que tocaría tierra entre las cuatro y las seis de la mañana del miércoles, pero el fenómeno decidió adelantarse y tomó a todos por sorpresa.

Momentos de angustia

“Estaba trabajando en la convención minera en la Zona Diamante, terminé y fui por mi papá a su trabajo. Llegué a mi casa a eso de las 10 de la noche, cené. Estaba lloviendo pero muy ligero, la verdad no se veía que fuera a pasar esto”, relata.

A eso de las 1:30 de la noche, comenta, empezó a correr más viento y las alertas comenzaron a llegar vía Whatsapp sin tomar dimensión de lo que se avecinaba.

“Todo cambió en 20 minutos. El viento comenzó a soplar, a través del ventanal empezamos a ver volar rotoplas (contenedores de agua), láminas, los ruidos eran horribles, era espantoso”, rememora.

Resguardado en una habitación junto a su esposa e hijas, empezó a ver agua entrando en la vivienda y en cuestión de minutos, afirma, todo se “tornó horrible”.

“De pronto mi sala estaba volteada, los cubrepolvos, la cocina, el refrigerador, todo volteado. Es como si nos hubieran sacudido. Mi casa ya no tenía ventanas, se rompían los vidrios, se metía el agua, no se veía nada. Solo teníamos una lámpara”, rememora.



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