Mucho estrés puede bajar las defensas y activar el herpes zóster.

Publicado por admin el 17 de enero, 2020
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El manejo inadecuado del estrés puede detonar herpes zóster, padecimiento cuyo periodo de duración puede abarcar entre 3 y 5 semanas.

El estrés provoca daños en el organismo. Uno de ellos puede ser la detonación del herpes zóster, conocido también como culebrilla, por lo que un manejo adecuado de la tensión física y emocional, puede contribuir a evitar esta enfermedad sumamente dolorosa.

Cuando una persona padeció varicela, generalmente en la infancia; el virus se queda alojado en el tejido del sistema nervioso y posteriormente cuando el organismo está débil, las defensas bajan y se entra en un estado de inmunosupresión, se reactiva y genera el herpes zóster.

Esta enfermedad por lo general es benigna, la secuela más seria es el dolor, sin embargo hay manifestaciones más severas que pueden afectar cualquier parte de la cara, el ojo, la córnea, e incluso el cerebro (encefalitis viral) y causar problemas serios de salud.

Otros de los factores de riesgo, son padecer enfermedades como Insuficiencia renal crónica, Virus de Insuficiencia Humana, pacientes con cáncer o en quimioterapia, diabetes o hipertensión, así como infecciones mal atendidas que debilitan el sistema inmunológico y lo dejan vulnerable.

La fatiga crónica, el cansancio extremo o la ansiedad, son condiciones que van minando el sistema inmunológico, por lo que también pueden detonar el padecimiento.

El periodo de duración de la enfermedad puede abarcar de 3 a 5 semanas y que puede ser contagiosa cuando está en la fase de vesícula.

El herpes zóster es una infección viral, del mismo grupo que provoca la varicela, que causa una infección en la piel, sumamente dolorosa, ésta puede presentarse en cualquier parte del cuerpo, pero se presenta con mayor frecuencia en el torso.

Conforme progresa la enfermedad, se presenta sarpullido a lo largo del trayecto del nervio, enrojecimiento, adormecimiento, hormigueo y posteriormente ampollas o vesículas que se rompen y forman costras.

Respecto a los síntomas de la enfermedad, son inespecíficos porque puede ser simplemente una zona muy dolorosa en cualquier parte del tórax y sensibilidad exageradamente aumentada, donde el roce de la ropa no se tolera, malestar general, fiebre y decaimiento.

Cuando el diagnóstico se ha establecido, el tratamiento incluye la ingesta de antivirales como el Aciclovir, que ayudan a reducir el tiempo de la enfermedad.

Para ayudar a controlar la propagación del virus, se recomienda mantener la erupción cubierta, no tocarse o rascarse y lavarse las manos frecuentemente. Este padecimiento afecta con mayor frecuencia a las personas adultas mayores, el riesgo aumenta con la edad.

Hay estadísticas que estiman que el 50 por ciento de las personas mayores de 80 años, lo puede padecer.



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